Solapa de Hotel Alejamiento
Por José Luis Mangieri (*)
Fernando G. Toledo nació en 1974, es decir, a la fecha cuenta con insolentes 24 años. Éste es su primer libro, cuyo título Hotel Alejamiento yo corregí automáticamente poniendo una “o” donde iba una “e”. Problemas de generación, por supuesto. Título exacto para este libro del extrañamiento. Toledo toma siempre distancia, aunque escribe siempre desde adentro. No hay paisaje, no hay geografía. Sólo uno o dos sujetos humanos, a lo más. Él y el otro femenino. De los que irrumpe una erótica poderosa: “Lamías mi sexo con avidez / El atardecer ahuyentaba muertes y fantasmas / De un modo u otro / Tu saliva se parecía / A la lluvia que mañana iba a caer sobre el pasto”. Y está el Toledo que (se) describe, que se extraña, que se hace un observador impiadoso pero que nunca está afuera. Nunca detrás de un vidrio. Estira la mano y toca, aunque él ya sabe que va a doler: “Frota el viento a la Tierra / Como a la lámpara de Aladino / Todo es en vano: / Arriba está el cielo / Abajo no hay un mísero deseo cumplido”.
Los ’90 están dando una generación poética con voz firme y propia. Lo comprobamos en Buenos Aires con los “perritos de ceniza” de que habla Fabián Casas. Reconforta conocer otras voces jóvenes que se van sumando a pesar de la distancia, maldición argentina. Hace un todo imposible de sortear. La poesía, siempre lo digo, es el género de la resistencia contra la fealdad del mundo. Bienvenido este nuevo resistente.
(*) Poeta y editor. Creador de las legendarias editoriales La Rosa Blindada y Libros de Tierra Firme
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