A partir del límite




Hemos despertado junto a la noche 
Cazadores que buscan sorprender 
Al mundo en las orillas de su órbita 
Los rostros lo dicen todo al callarse 
Porque el silencio deja cicatrices 
Negadas al pudor de las palabras 
Junto a la noche entrevimos el goce 
De encontrar lo de siempre conocido 
Y a nosotros mismos entre las cosas 
Anillos que calzan y rosas que hieden 
Y canciones que están por terminarse 
Despiertos ya no vamos a negarnos 
A sumar en la cuenta de los muertos 
Que mantienen quizás la luz intacta 
Con un miedo antiguo nos hemos visto 
Exactos retratados en la sombra 
Que el fulgor de una pantalla dibuja 
Sobre la alfombra gris de la escalera 
Hemos bajado por última vez 
Los peldaños en el único viaje 
Hasta el fin del camino Hemos cerrado 
Las bocas los poemas a destiempo
Porque un grito no es algo que se elige 
En cada grano de arena pusimos 
Una letra para que el mar encuentre 
Y le dijimos secretos al viento
Que el viento tradujo como un gemido 
Hemos despertado con sed y angustia 
Más cegados y más hambrientos que antes 
Como si ya hubiéramos comprendido 
Que no hay saciedad cuando no hay deseo 
Más que el de ponerle tinta a lo blanco 
Hemos desnudos enfrentado el frío 
Y hemos perdido con toda la piel 
Hemos dejado una tímida huella 
Por la que el tiempo pasará la lengua 
Sin ningún gesto especial Hemos vuelto 
A pensar en la luna como un faro 
Para extraviarse de una vez por todas 
Junto a la noche nos hemos ahogado 
Para caer sin tener una causa
O porque lo leímos en un libro 
Jugamos a andar cerca del abismo 
Y caminamos sobre el suelo frágil 
Hasta el centro mismo de un verso oculto 
No como un tesoro: como un defecto 
Vimos sin pena a la noche sangrar 
Pero aullaron los lobos en su nombre
Hemos despertado y hemos escrito 
Hemos dejado todo en su lugar 
Hemos escuchado la misma nota 
Como una promesa que nadie cumple 
Hemos contado las cuatro paredes 
Y aceptado el límite en que la voz 
Calla y empieza todo lo demás.


© Fernando G. Toledo


De Secuencia del caos (Premio Vendimia de Poesía, Ediciones Culturales de Mendoza, 2006)

Ilustración: El equilibrista (1923), de Paul Klee.

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