Recetas fallidas para ser «inclusivos» en un día


 Asumiendo los errores más comunes en que se basan los que propugnan el lenguaje falsamente inclusivo, dos jueces de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza quieren usarlo en sus fallos. Aquí, una reflexión inspirada en Quevedo, un genio de nuestra lengua.


Quien quiera ser «correcto» en sólo un día

la jeri (aprenderá) gonza siguiente:

deconstrucción, los/las, seres sintientes,

heteropatriarcal y tiranía,


infancias, percibido, ideología,

identidades, cuerpa, chique, gente,

arrobas, «niño/niña, adolescente»,

diversidades, miembra, jerarquía.


Tal vez esto parezca estupidez,

tal vez algún pecado de ignorancia,

pero habremos de darle relevancia

si busca ser impuesto por un juez.


Sabemos que hay un campo de batalla

donde pugnan con armas de juguete,

haciendo de la lengua un sonsonete,

no importa si les da o no da la talla.


Mendoza juega ahora su papel

y supremos ministros de la corte

acaso estén perdiendo un poco el norte

construyendo su torre de Babel.


Por si a alguno se le hace un poco esquivo,

ya que somos de hablar de varios ramos,

señoras y señores (ya que estamos)

hoy hablamos del «lenguaje inclusivo».


Habrán notado encima las comillas

que, por celo, adosamos al concepto.

Sucede que resulta un tanto abyecto

el término, aunque muchos lo maquillan.


Es que, vean: de algún modo se miente

(y por eso aplicamos lo de «abyecto»),

porque aquel que no usa ese dialecto

no se ubica en el rango de «excluyente».


Volvamos a la corte tan suprema:

dos togados reclaman incluir

en los fallos que ahora han de venir

el «lenguaje inclusivo» y sus fonemas.


Van Palermo y Adaro hacia el trajín

de imponer palimpsestos a los fallos.

Amarga coincidencia que no callo:

como yo, son los dos de San Martín.


Ellos firman, flagrante desatino,

un oficio, y allí es que solicitan

que en otras acordadas que se emitan

se evite tanto tufo masculino.


Les piden a los otros que se animen

al uso disyuntivo de pronombres,

dicen que es nueva forma de ser hombre,

creen que un neologismo los exime


del mal papel que asumen en el caso.

Creen que el masculino del lenguaje

tiene en puros varones el anclaje,

y esa es sólo una muestra del mal paso.


Que justo alguien que habla en español,

lo diga hace al error aun más serio:

una lengua que une hemisferios,

más que el deporte donde reina el gol.


Es triste a veces y cuesta creer

que en estas cosas crea seria gente.

Mas, si ese juez varón es consecuente,

renuncie y ceda el puesto a una mujer.


© Fernando G. Toledo


Ilustración: La torre de Babel, de Pieter Brueghel

Publicado en Los Andes el 27 de noviembre de 2022

Comentarios

  1. Felicitaciones!!! Una sátira que nos devuelve al mejor periodismo que tuvo Mendoza en época en las que los diarios se escribían en verso. Humor, sátira y la posibilidad de reírse de una política que se conforma con una inclusión de palabra.

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  2. ¡Muchas gracias por tus palabras, anónimo comentarista!

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