Año 2020: los días de la pérdida




por Fernando G. Toledo


i «virus», ni «pandemia», ni «salud»: «confinamiento». La palabra elegida por Fundéu (Fundación del Español Urgente) para representar este año 2020 marcado por el  coronavirus es la que se refiere al encierro obligado, al que debió someterse gran parte de la humanidad. Sin embargo, hay una palabra que falta, creemos, si —con el pie ya en la línea imaginaria que nos arroja al incierto 2021— nos tomamos un momento para girar la cabeza y mirar hacia atrás. Y esa palabra es «pérdida». 

No hay modo de quitarle lastre a esa idea. No todas fueron pérdidas, sin dudas, y ya veremos que hubo rayos de luz que se atrevieron a iluminar un panorama de bruma. Pero las pérdidas han dejado una cicatriz en nuestros contemporáneos, que hoy estarán deseando que este 2020 termine de una vez.

Las pérdidas de este año no sólo se traducen en numerosas vidas arrastradas por el coronavirus, lloradas —cada una— por sus deudos. No: este 2020 se llevó también a algunas de las personas más importantes en su oficio, en su arte, en su profesión. Y eso es lo que pone el aura roja alrededor del calendario.

Basta con repasar algunos de esos nombres para ver que en cada disciplina ha quedado un vacío: Diego Maradona (cómo no empezar por él), Quino (el más célebre de los mendocinos), Kobe Bryant (uno de los más grandes del básquet), Ernesto Contreras (nuestro más insigne ciclista), Mario Bunge (el más notable filósofo argentino), Little Richard (padre del rock), Armando Manzanero (rey del bolero), Kirk Douglas, Olivia de Havilland (dos de los más famosos actores de Hollywood), Pierre Cardin (ícono de la moda). La lista es ancha, pero puede ampliarse con Alejandro Sabella, Sergio Denis, Marcos Mundstock, Juan Giménez, Sean Connery, Carlos Levy, Hugo Arana, Carlos Calvo, Ernesto Cardenal, Pau Donés, Pino Solanas, John Le Carré o Eddie van Halen.

Pero decimos que la palabra no puede ser otra que «pérdida» porque junto con ellos y tantos otros, este año también perdimos, por ejemplo, a los alumnos en las aulas. Perdimos, también la posibilidad de disfrutar de eventos públicos y espectáculos masivos. Perdimos también empresas, que cayeron en las fauces de una economía degradada. Igualmente, también tuvimos hechos que ubican a 2020 como bisagra, y que otros juzgarán como pérdida o haber. Por ejemplo, cambiaron las reglas de juego jubilatorias y el aborto ahora es libre y gratuito. 

La tempestad parece interminable, y sin embargo, en el año de las pérdidas, hubo otros hitos. Algunos, cercanos: Mendoza, que tuvo momentos críticos en cuanto a contagios y muertes por Covid-19, no permitió que su sistema de salud colapsara. (...).

Sin dudas, 2020 fue una anomalía. Quien haya sobrevivido a él, tal vez, será más fuerte. O al menos, más sabio. No es poco: la sabiduría se parece mucho a la fortaleza. 


Versión de una nota publicada en la edición en papel de diario Los Andes, el 31 de diciembre de 2020

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