El mito de la felicidad está de festejo
Ilustración: Ulises (diario El Mundo). |
por Fernando G. Toledo
Los mitos nos rodean, es sabido. Tanto que nos siguen siendo necesarios aquellos que salen de la caverna, descubren la diferencia entre la apariencia y la realidad, y vuelven para advertir a los incautos.
Hoy hay un mito que está de festejo: es el día mundial de la felicidad. Un día «ratificado» por la ONU, que dice inspirarse en un país (¡Bután!) cuyo gobierno se supone que trazó como meta «elevar el nivel de felicidad de sus habitantes».
Tal es el absurdo y tan aceptado que hoy en día se propalan por los medios listas en las que figuran los países «más felices» y se debate acerca de cuán «adelantada» o «rezagada» estaría tal o cual nación a partir de ese absurdo ránking, que da por sentado que se accede a la felicidad como se alcanza determinado número en un índice de Producto Bruto Interno.
El término «felicidad» es tratado con liviandad, y con una ignorancia que termina siendo necesaria para permitir que todos sigan tan campantes, como si estuvieran hablando de algo serio y no de una apariencia.
Como materialistas, quienes lo somos, lo que debemos hacer es llamar la atención ante esas pseudoideas y acudir a aquellos que, como Platón antaño, como Gustavo Bueno hace poco, venían a sacudir las tinieblas de la caverna:
«Sólo podemos decir que nos ocupamos de la felicidad humana cuando nos enfrentamos con la metafísica o con la ontología de la felicidad, es decir, por tanto, con la cuestión del destino del Hombre y de su puesto en la jerarquía del Universo. Y esto ya sea con la intención de recuperar estas Ideas, ya sea con la intención de demolerlas. Lo que es intolerable es escuchar de la boca del pobre diablo que acaba de comprar una sesión de inmersión en cámara de agua salada que “él ya ha resuelto el problema de la felicidad”. Este pobre diablo (que sin embargo ha dispuesto de dólares o de euros suficientes para pagar las sesiones) es el que nos recuerda la sentencia de Goethe: “La felicidad es de plebeyos”» (El mito de la felicidad, Gustavo Bueno Martínez, Ediciones B, 2005)
Ver también: Si usted cree en la felicidad, no lea este texto
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