Oíd, mortales



Por Silvia Lauriente

La charla pone sobre la mesa la declaración de otro colega: «Siempre escribimos el mismo poema». Ya con su nuevo libro en mano, queremos saber si Fernando G. Toledo sigue tan amoroso como en su penúltima publicación (Viajero inmóvil) o tan agnóstico como en su blog. Ni tanto, ni tan poco. Apenas lo hojeamos descubrimos que Mortal en la noche es una atenta reflexión de lo cotidiano con un fondo de cocción existencialista.
La dedicatoria a su mujer y a sus hijos nos previene sobre esa sensibilidad trascendental. A los chicos les escribe –sin seguir el orden de aparición en la vida– cuatro poesías que los identifican: Olympus SP-800Uz para Camila; Y los vuelve abrir, para Julián; Juego real, para Luz Almudena y Autodefinido, para Joaquín.
«En este libro vuelvo a pensar sobre el valor de escribir poesía, algo que no es indispensable. De hecho, nadie lo pide», cuenta sobre esta pasión que, paradójicamente, a principios de mes lo llevó como único poeta mendocino al VIII Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires. Ahí, junto a escritores de India, Palestina, Dinamarca y Panamá, por citar algunos países invitados, Toledo compartió su modo de vivir en la lírica. Esta reciente experiencia fue tan vital que, munido de un megáfono, pudo leer sus escritos en el Mercado del Progreso. Casi como en una intervención de teatro callejero, el grupo de poetas fue arriando al público ocasional que hasta se animó a recitar con la soltura de los profesionales de las letras.

Ser o no ser
«Mortal en la noche retrata momentos, algo que pasa alrededor de quien observa. Como ese hombre anónimo que va cruzando frente a la ventana. Entonces, el suceso ínfimo será la excusa para hablar de los desconocidos» describe acerca del leit motiv que inspira la obra.
Pese a que es la cotidianidad la que se asienta en estas páginas, hay que esperar todo un año para que las musas se confabulen en un tomo.
«Sólo escribo de vacaciones y en El Trapiche», confiesa sobre su proceso creativo el jefe de Espectáculos de Diario Uno de Mendoza. Es que, definitivamente, el bullicio de la redacción espanta cualquier intento de poesía.
Pero cuando todo se calla y es sosiego, cuando sólo la oscuridad alumbra la inquietud, es la hora señalada. Entonces, los versos dan respuesta.

Publicado en EsKpe, del diario Mendovoz, el 31 de mayo de 2013.

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