Alea iacta est
Alea iacta est
Los anillos de los días se enredan
en mi cuello y esta sombra me anuncia
que la suerte presenta la renuncia,
que están vacíos los vasos que quedan.
Pero a tu salud quiebro los cristales,
a la salud del que está en ese espejo,
más incrédulo, más torpe, más viejo,
cada vez más fuera de sus cabales.
Porque el silencio exige un compromiso,
porque mis labios así están sellados,
no voy a gritarte lo ya callado,
hablarle a la pared, cantarle al piso.
Voy a apagar la luz sencillamente.
Voy a pagar mi diezmo de silente.
Fernando G. Toledo
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