Disparos de escepticismo, en versos



por Carolina Baroffio


Versos desesperanzados que buscan en el silencio su propia religión, cantos de trascendencia que como gotas de agua llenan un mar infinito cuyo último trago está por venir. Así podría describirse la intención poética de Fernando G. Toledo en su nuevo y quinto libro, Mortal en la noche.

En el marco de las actividades que organiza Diario UNO en la Feria del Libro 2013, el escritor sanmartiniano, poeta, ensayista y periodista (jefe de espectáculos de este matutino) volverá a presentar su obra, esta tarde a las 17, en la sala Circular del espacio Le Parc.

Tras publicar bajo su propia editorial Libros de Piedra Infinita, Toledo buscó ahora «abrir la frontera». Y logró que la prestigiosa editorial cordobesa Alción Editora tomara Mortal en la noche para distribuirlo a nivel nacional. Tal fue la repercusión, de marzo hasta el momento, que la obra voló de presentaciones en la Feria del Libro porteña a presencia en librerías de Buenos Aires, cordobesas y rosarinas, hasta llegar uno de sus poemas a ser traducido al rumano.

«El libro refleja gran parte de mis intenciones poéticas, aspiraba a que me lean más allá de Mendoza. Fue un proceso de maduración y este libro era ideal para ir más allá en cuanto a su distribución», dice quien acaba de organizar con gran éxito el I Festival de Poesía de Mendoza.

Quizás sea su osada temática la que explica un poco tanta inquietud por leer Mortal en la noche. Es que el poeta continúa con sus reflexiones existenciales, pero ahora salta al vacío interesándose por el ateísmo, cuestionándose la divinidad de la vida cotidiana.

Aunque define esta obra poética como «la soledad bajo las estrellas», aclara que en sus versos «no es que haya un escepticismo radical, también sigo con reflexiones amorosas o acerca de la propia escritura». Y como ejemplo están los poemas que dedica a cada uno de sus cuatro hijos.

Otra de las obsesiones poéticas de Toledo es la musicalidad de sus estrofas. «Mi estética busca que la música acompañe perfectamente el contenido de la poesía. La métrica es la clave para mí. Me preocupo por la sonoridad de los poemas, porque de no ser así veo que el poema queda rengo», explica el autor, de 39 años, cuyo primer libro de poesías, Hotel Alejamiento, vio la luz en 1998.

Será por eso quizás, y por su adoración a la música clásica, que Toledo toca el piano. «Estoy aprendiendo», aclara y mantiene como sorpresa la parte musical del recital poético de hoy en la presentación de su nuevo libro.

Sus años de trayectoria –y su reciente experiencia con la organización de un festival– le dan crédito suficiente para una reflexión acerca de la poesía mendocina: «Hay un presente vigente, hay diversidad de voces, poetas buenos que hacen poesías muy diferentes. Veo una vitalidad y una inquietud por seguir escribiendo y publicar a como dé lugar».

–Alentadora tu postura, pero igual parece complicada la vida de un poeta eternamente relegado ante la figura de un novelista. ¿Por qué dedicarse entonces a la poesía?

–Es cierto, la poesía es marginal, suele ser muy exigente para leer, no es para el gusto de todos. Me dediqué a la poesía porque como escritor me aburre seguir a los personajes en una ficción.

De igual modo, y aunque será una novela de no ficción (testimonial), Toledo está trabajando en una obra, De Mendoza a Tokio, que cuenta la inquietante experiencia del Coro de Niños Cantores en su viaje a la capital japonesa.

El festín poético llegó para quedarse


Cinco años pasó Fernando G. Toledo soñando un festival de poesía para y por Mendoza, con autores de aquí, de allá y del más allá. Fue el tiempo suficiente para demostrar que la idea no era caprichosa ni salía de un poeta trasnochado en busca de su propio deseo literario. El I Festival de Poesía de Mendoza logró un éxito tan rotundo que Toledo vuelve a soñar: ya prepara su segunda edición confirmada para el próximo año y en el mismo marco: la Feria del Libro local.

Fueron cuatro días de festín poético en el espacio Le Parc, donde hasta el domingo 20 se encuentra la Feria del Libro. El nicaragüense Ernesto Cardenal se erigió como su figura central, rodeado de otros grandes nombres del género a nivel nacional e internacional como Santiago Sylvester, Luis Benítez, María Negroni, Claudia Masin y el chileno Arturo Volantines.

Todo ellos, junto a los mendocinos Patricia Rodón, Rubén Valle, Carlos Levy, Bettina Ballarini, Hernán Schillagi y Dionisio Salas Astorga (chileno radicado en Mendoza), entre otros, formaron un gran coro poético el domingo pasado para dar por concluido el festival.

«Una feria del libro es una fiesta en la que no debe faltar la poesía. Por eso me parece bien que un festival de poesía esté incluido en una feria del libro», cerró Toledo.


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