La «maldición» de la Novena
«Vade retro», parece decir Beethoven. |
Por Fernando G. Toledo
La Sinfonía Nº9 de Ludwig van Beethoven no sólo
cambió el curso de la música universal, por su belleza, sus innovaciones, el
mensaje alegre y poderoso de su último movimiento, la genialidad orquestal y coral.
Esa sinfonía, que terminó siendo la última compuesta
por el sordo más genial de todos los tiempos, dio también inicio a una fabulosa
superstición.
Dicha superstición, más o menos expandida y más o menos creída por el mundillo musical, se dio en llamar «la maldición de la Novena».
Sucede que muchos otros, tras Beethoven, murieron
luego de componer su novena sinfonía: Franz Schubert, Anton Bruckner, Antonin Dvořák, Ralph Vaughan Williams dejaron como legado nueve obras sinfónicas.
La creencia es vieja. Tanto como para que la conociera, a principios del siglo XX, Gustav Mahler, quien acababa de escribir en 1906 su mastodóntica Sinfonía Nº8 y se aprestaba a componer una innovadora obra sinfónica para orquesta, tenor y contralto.
Supersticioso él, dicen, decidió esquivar la suerte y le llamó a su obra La canción de la tierra. Luego, ya más seguro, trazó su devastadora Novena. Nunca pudo escucharla: murió por una afección cardíaca en 1911.
La creencia es vieja. Tanto como para que la conociera, a principios del siglo XX, Gustav Mahler, quien acababa de escribir en 1906 su mastodóntica Sinfonía Nº8 y se aprestaba a componer una innovadora obra sinfónica para orquesta, tenor y contralto.
Supersticioso él, dicen, decidió esquivar la suerte y le llamó a su obra La canción de la tierra. Luego, ya más seguro, trazó su devastadora Novena. Nunca pudo escucharla: murió por una afección cardíaca en 1911.
Por suerte, la, por cierto, ridícula creencia no
cundió. Gracias a eso hoy podemos escuchar la obra de al menos tres grandes
admiradores de Mahler que dejaron un legado más amplio: Dmitri Shostakovich (15
sinfonías), Havergal Brian (32) y, por supuesto, Leif Segerstam, quien ya lleva
¡230!
Y por suerte, también, quien esto escribe tampoco es supersticioso. ¿Qué sería de él, si no, al advertir que ha mencionado la maldita cifra de nueve músicos?
Y por suerte, también, quien esto escribe tampoco es supersticioso. ¿Qué sería de él, si no, al advertir que ha mencionado la maldita cifra de nueve músicos?
Y bien, gracias por los deliciosos enlaces que degustaré en cuanto cuente con altavoces.
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